miércoles, 23 de marzo de 2011

CULTURA

Casa de la cultura de Texcoco
“una alternativa para el tiempo libre”
Dentro de los territorios del rey poeta, las puertas de un acervo cultural  espera a personas apasionadas por  las expresiones artísticas.
En la primera emisión del lince informativo,  les traemos  un taller muy enriquecedor que se conjuga con  los sonidos,  el sentimiento, la curiosidad y  la pasión; nos referimos al baile fino de salón donde la profesora  Dolores Hernández Serrano nos hace una atenta invitación.
¿Cómo surge?
Todo surgió hace 6 años  en un evento donde la profesora Dolores Hernández bailaba danzón., el contacto clave para que a Texcoco llegaran  grandes talentos, fue con el mejor coronista de Texcoco: Alejandro Contla, éste  le  hizo  una invitación a bailar en el  jardín central frente a las autoridades y es  así como desde hace  6 años  se llenó un espacio  para todas aquellas personas  que gozan del tiempo libre  y de la hermosa armonía  que se emana con la expresión del cuerpo y el baile.
La invitación está abierta a  todas las personas residentes o no  del municipio. 
A estos talleres acuden  personas de todas la edades:  niños, jóvenes, adultos y personas mayores  que son  guiados por la profesora Dolores Hernández quien  está  enamorada de su trabajo, eso lo pudimos  observar  cuando  platicamos con ella:  -¿Qué es para usted el baile?, “para mi es la vida, me da ánimo, es el alimento de cada persona. Por ejemplo con el danzón   no es lo mismo  escuchar un  disco de la mejor orquesta, si no escuchar a la mejor orquesta en vivo, es sentir las vibraciones de las trompetas y su entorno”-, -¿Cuál  es la invitación que  hace  a las personas? “Definitivamente que bailen,  que bailen. El baile es ejercicio  y es una terapia mental, el baile llevado de la mejor manera es  lo más sano que puede existir”; respondió la profesora Dolores Hernández.
Y es así como les recordamos que los días  para acudir a los talleres de   baile  son: lunes de 9 a 11 am y de 2 a 4 pm  y sábados de  9 a 11 am.
                                                                                                 por Uriel Calderón

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